Tormenta

El reloj marcaba las 6:13 PM de un sábado que había sido muy tranquilo, el cielo lleno de nubes grises anunciaban la llegada de una inminente tormenta, algo normal en esa época del año.

En el séptimo piso de una torre de apartamentos se encontraba Sam, frente al ventanal que daba a la calle aun en su cama que llevaba más de un día desarreglada con una indecisión: ¿Salir ó quedarse en casa?

Mientras veía en su ventana el horizonte, una montaña que quedaba casi tan lejos como el recuerdo de que alguna vez fue feliz.
La montaña que por el día se veía verde y contrastaba con el azul del cielo, ahora se veía como una gran bola de neblina. La tormenta estaba allí -pensó- veía como se aproximaba, pensando: ¿vendrá antes la noche o la tormenta? 
Por un momento penso si lo gris del cielo era solo un reflejo de sus pensamientos, emociones y sentimientos. Al momento de quedar fijamente viendo esa montaña un soplo del viento llegó hasta su rostro haciendo que regresara a la realidad.

Quería transportarse a esa selva donde la lluvia caía, en medio de la naturaleza que aunque desde su apartamento lucía gris  pero sabía que las hojas de los árboles son verdes y lo mejor, sin humanos presentes, era normal para Sam perderse en sus pensamientos junto a una taza de café negro y sin azúcar que complementaba con el sabor a tabaco que en repetidas ocasiones se dijo que dejaría.
El reloj color blanco sobre la pared amarilla a su derecha indicaba que eran las 6:47 PM y al percatarse que el color gris en el cielo se había disipado, habiendo dando la bienvenida a la obscuridad de la noche con  su tercer cigarro en estos 34 minutos decidió que esta noche esperaría a la tormenta con compañía, se preparaba para salir.

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